CRÓNICAS DE UN BARRIO GRIS
1era parte. Alejandra Portillo Aquel lugar era un contraste entre la vida y lo sombrío. La muerte decorada con verdes jardines, como se decora un cementerio con flores. Allí crecimos, vivimos, nos formamos. Allí ocurrió el desenlace de nuestra niñez. Fuimos niños felices, no digo que no, pero también sufrimos los más aterradores sucesos. Uno de los recuerdos más impresionantes es el de cómo habíamos naturalizado los cuerpos (humanos y animales) aventándose al vacío, desde aquellas ventanas, por demás repetitivas, de manera totalmente inesperada. La escena del almuerzo familiar se opacaba a diario en el instante en que los desechos ajenos, carentes de voluntad para llegar al pie del edificio por el camino mas largo, decidían atravesar el cuadro que pintaba la ventana de nuestro pequeño comedor. Una tarde de tantas, una marca de tantas, por allá por el año 1996, sentí estallar un calefón, o eso me hizo creer mi sentido auditivo. Al sonido lo acompañó una extraña vibración, y lo